Red Peruana contra la Pornografía Infantil

Asociación Civil sin fines de lucro, que busca la erradicación de las redes de productores, distribuidores y consumidores de pornografía infantil en el Perú y Latinoamérica, principalmente de aquella que se ejecuta vía Internet. Asimismo, lucha contra la Trata de Personas, la Explotación Sexual Comercial Infantil y el Tráfico de niños, niñas y adolescentes, trabajando en coordinación con otras instituciones que persiguen similares fines.

miércoles, setiembre 26, 2007

El poder detrás de la pornografía (primera parte)

El título de este artículo recoge parte del utilizado por la periodista mejicana Lydia Cacho en su libro “Los demonios del Edén: el caso Jean Succar Kuri y la protección a la pornografía infantil en Cancún”, el cual no sólo detalla en su interior los horrendos episodios que viven día a día cientos de miles de niñas en Méjico y en otras partes del mundo, al ser obligadas a mantener relaciones sexuales con personas mayores mientras son grabadas para luego comercializar las imágenes en círculos cerrados, sino que además, destapa las conexiones que existen en el poder, para proteger este crimen.
La advertencia que la autora presenta al iniciar su libro es muy atinada, pues la pornografía infantil no es un tema fácil de discutir, más aún cuando para su comisión interactúan una serie de personajes ligados al poder, los cuales no sólo promueven y participan de este horrendo delito, sino que además, utilizan dicho poder, ya sea económico como político, para proteger a sus miembros.
Tal y como la autora lo expresa, su libro “habla de una sociedad adormecida, una no mueve un dedo. Además, involucra a decenas de niños de hasta 5 años (mayoritariamente mujercitas); a políticos corrompidos, a altos mandos de la policía, y a redes de narcotráfico y pornografía infantil”.
Pero ésta no es la trama de una película en cartelera. Por el contrario, e un relato de la vida real. “Decenas de pequeñas fueron obligadas a tener sexo y a ser videograbadas por un enfermo, nada tonto, que, parece, hizo parte de su fortuna con esta atrocidad” relata la autora. Y aunque todo lo relatado al interior del texto haya ocurrido en Cancún, México, deja abierta la posibilidad (casi obvia) que suceda de la misma forma en el resto de países de América y el mundo.
Este valioso documento es una denuncia pública, pues expone al público escenas de un infierno que, paradójicamente, se debe conocer, pues de otra manera estaría condenado a repetirse; ya no en Cancún sino ahora en su propia ciudad, en su manzana, tras la puerta de su hogar o inclusive al interior del mismo.

Nunca antes texto o estudio alguno había puesto al descubierto los “hilos” que mueven un delito tan lucrativo como es la pornografía infantil. Se estima que sólo este ilícito “negocio” genera a las redes criminales una ganancia que bordea los 12 mil millones de dólares. Si a ello le sumamos las ganancias por tráfico, explotación sexual comercial infantil y turismo sexual infantil, las cifras pueden llegar a los 300 mil millones.
Y es que a diferencia del narcotráfico, donde la mercancía (llámese: droga) puede venderse tan sólo una vez, el crimen de la trata de personas (donde la mercancía es el ser humano) permite a sus redes que “negocien”, tantas veces lo deseen, no sólo con los cuerpos de sus víctimas, sino por sobre todo con las imágenes de video que muestran el momento exacto de la comisión del delito.

Gabriela, un caso que estremece

Gabriela, ahora de 29 años de edad, casada y con dos niños, asegura que fue víctima de Succar hace 14 años. Que la llevó una amiguita de la escuela, junto con otras ocho niñas. De esas ocho algunas se quedaron y fueron forzadas por Succar a llevar a otras niñas y niños. Ante la pregunta expresa de cuántos menores creen que Jean Succar y Gloria Pita llegaron a fotografiar, y a forzar a tener sexo para grabar videos en esos tiempos, Gabriela, con los0 ojos arrasados de lágrimas, calcula que quizá se trate de cientos de criaturas.
Gabriela se niega a hablar con las autoridades; ahora es una mujer casada, vive en una bella casa de la zona hotelera de Cancún y sus padres, quienes pertenecen a la alta sociedad cancunense yucateca, nunca supieron nada. Está convencida de que Succar es intocable. Luego de haber visto la tortura pública a la que la Procuraduría de Justicia sometió a Emma y las otras niñas y sus mamás, ella se conforma con ir a consultar a su terapeuta a Mérida una vez al mes. Reza para olvidar y cuida a su hijo y a su hija de extraños y conocidos por igual. Según ella, nadie merece vivir lo que todas estas niñas y niños han pasado, pero el tema se considera tabú. Por eso ella rompió la tradición familiar y a sus criaturas les ha explicado lo que es el sexo y lo que es el abuso.

Otro caso que indigna

"¡Ya! Ni que fuera para tanto. No hicimos nada que tú no quisieras.¡Ya!, deja de lloriquear y toma un juguete de los que hay en el otro cuarto. Toma el que tú quieras. ¡Mejor toma dos y ven para que sigamos jugando"!
Así le decía Jean Succar Kuri a una niña de 8 años de edad que, encogida en posición fetal, lloraba después de comprobar que el pederasta no la había invitado a su departamento sólo a nadar en la alberca y a jugar con muchos juguetes.
Este, como muchos, es el testimonio de Mary, ahora de 12 años de edad, que pasó dos años "al servicio" de Succar Kuri y "sus compadres"

¿Qué hacer? ¿callar? ¿creer que no existe?

Escribir o leer un libro sobre el abuso y comercio de menores no es ni fácil ni agradable. Sin embargo resulta más peligroso para la sociedad guardar silencio sobre este fenómeno. Ante la muda complicidad de la sociedad y el Estado, miles de menores son víctimas de comerciantes que les convierten en objetos sexuales para la compraventa y disfrute de millones de hombres, quienes encuentran en el abuso sexual infantil y en la pornografía, un deleite personal sin cuestionamientos éticos.
Esta no es una historia de un viejo sucio que descubre que le gusta tener sexo con niñas hasta de cinco años de edad. Y aunque algunos fragmentos en voz de las víctimas son profundamente dolorosos, la valentía y claridad de testigos y especialistas, nos permiten ver la luz al final del camino y comprender más a fondo las implicaciones de la complicidad del silencio en el tema de la violencia y la explotación sexual.
El reto del periodismo es recontar historias humanas para comprender mejor el mundo que nos rodea; en ese sentido "Los demonios del edén", cumple ese propósito: mostrar el mundo de las sombras al que diariamente, y sin saberlo, se enfrentan cientos de madres, padres e infantes que jamás creyeron que ellos o ellas pudiesen caer víctimas de un pederasta, de un experto en pornografía o de un violador.
La corrupción e ineficacia de las autoridades son responsables de que miles de víctimas y testigos de delitos graves en este país prefieran guardar silencio, antes de enfrentarse a la torpe maquinaria de la policía judicial. El caso Succar es muestra fehaciente de ello. El testimonio de más de una veintena de mujeres y niñas que se acercaron a las organizaciones no gubernamentales, e incluso a periodistas, podría facilitar el encarcelamiento de delincuentes de la talla de Succar Kuri y las mafias que lo protegen. Pero la estigmatización y revictimización sistemática de las y los denunciantes son ejemplares; los delincuentes aprovechan esta inseguridad y desconfianza como elemento de inhibición de las víctimas, en pocas palabras, como alimento de la impunidad.

Después de la tormenta

Jean Succar Kuri asegura de voz propia en el video grabado que siempre ha tenido sexo con niñas aun de cinco años de edad. A Gloria, su esposa actual, la conoció en Acapulco cuando tenía 15. Succar vivía dos semanas del mes en Cancún desde hace 20 años. El resto del tiempo viajaba a Los Ángeles, California, a Las Vegas, Nevada, a Hong Kong, y a donde sus negocios lo llevaran para traer consigo cuantiosas sumas de dinero en efectivo.
Jean Thouma Hannah Succar Kuri nació en Becharré, Líbano, el 19 de septiembre de 1944. En su adolescencia viajó a México y arribó a Guanajuato a hospedarse en casa de sus tíos. En 1985 llegó a Cancún.
Comenzó con una fuente de sodas en el aeropuerto de Cancún y un par de tiendas de playeras baratas para turistas. Años después era propietario de 50 villas y operador del Hotel Solymar. Tenía a su nombre tres tiendas de artesanías en el aeropuerto de Cancún y hasta la fecha es dueño del restaurante central del mismo aeropuerto, concesión que consiguió por medio de su amigo Alejandro Góngora. Asimismo, es propietario de un restaurante en Los Ángeles y de una mansión en esa misma ciudad norteamericana. Desde mediados del 2004 fue detenido en Chandler Arizona, a petición de la PGR y la INTERPOL; sigue esperando juicio de extradición para ser juzgado en México.
El 26 de marzo del 2005 el juez federal Amado Chiñas, denegó al mexico-libanés Jean Succar Kuri el amparo solicitado por sus abogados norteamericanos para liberar sus cuentas bancarias por más de 20 millones de dólares. ¿Cómo pudo este empresario cancunense amasar esa fortuna? El lavado de dinero, la pornografía infantil y la protección política de este pederasta develan un secreto hasta hace poco tiempo muy bien guardado; un secreto que incluye la protección de hombres de poder y explica cómo surge un grupo de crimen organizado, sin que la sociedad se entere hasta que es demasiado tarde.

Turismo sexual

La nueva era empresarial presenta la explotación sexual como un negocio sumamente lucrativo para las mafias que lo controlan. Se dice que el turismo es la empresa del siglo XX, a la cual acompaña la venta, desde sitios de Internet de fácil acceso, de tours paradisíacos con sexo pagado incluido para el viajero con mujeres exóticas, jóvenes y dispuestas. Casi nadie escapa de esta lacerante realidad: América Latina, Asia, Estados Unidos y Europa, África, Canadá, Oceanía. Según el Unicef, más de un millón de niñas y niños son robados al año para insertarles en el negocio del turismo sexual con infantes.
Según declaraciones del propio general Rafael Macedo de la Concha, la PGR investiga a Succar Kuri por ofrecer a sus niñas por vía cibernética para tender una red de turismo sexual infantil. A pesar de todo, las autoridades, muchos medios, e incluso especialistas de la sociedad civil organizada, llaman aún a este fenómeno “prostitución infantil”, lo que implica, de manera falsa pero inconsciente, que hay un intercambio de dinero y de voluntades entre un adulto que paga por tener sexo con una niña de 13, 14 o 15 años, quien es forzada a aceptarlo para que su explotador cobre.
La industria de la pornografía infantil, directamente relacionada con el abuso sexual, el secuestro (secuestro para fines sexuales) y la explotación infantil, genera ganancias multimillonarias y, al igual que la del cine pornográfico ya mencionado, se entrelaza cada vez con mayor desenfado con las industrias formales. Todo ello no sería posible sin tres elementos: la protección de hombres de poder al crimen organizado que sustenta estos males sociales, la corrupción del Estado y la visión androcéntrica que protege los intereses masculinos (se calcula que más de trescientos millones de hombres adultos en América Latina pagan por tener sexo con mujeres jóvenes [Agencia de las Naciones Unidas para la Mujer: UNIFEM]).
En algunos países árabes y del sudeste asiático, donde el patriarcado es notoriamente fuerte, la venta, utilización y castigo de niñas y mujeres son vistos con naturalidad. En el video grabado sin que él lo supiera, Jean Succar afirma que no es muy malo lo que hace. Durante una conferencia de prensa un agente de la PGR lanzó al aire un: “¿Y si en el Líbano es normal que se metan con niñitas?”, a lo cual nadie respondió.
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